domingo, 20 de junio de 2010

Otra absurda reflexión


Quizás todos hemos visitado alguna vez un blog o hemos leído alguna historia en clase. Seguro que todos hemos escuchado algún fragmento en voz alta, a través de una profesora afanada en la literatura, o un cuento relatado con una voz forzada y quebrada.
Todos desarrollamos nuestro propio punto de vista desde que aprendemos a conocer lo que nos rodea. Pero al fin y al cabo, no se por qué cuando queremos agarrar la iniciativa y desgastar un boli sobre un folio tenemos la ansiada manía de escribir textos melancólicos, dramáticos, tensos, rebuscados y extremadamente trabajados. Supongo que la adolescencia trae consigo una búsqueda automática y personal de nuestras metas. Pero también he aprendido a comprender que todo tiene su porqué. Que si me apetece llorar escribiendo lo haré sin pensar una explicación. Si me apetece, como ahora, autoanalizar enmascaradamente gran parte de mis momentos de letargo, pues créeme que lo haré.

1 comentario:

  1. Después de un rato pensando creo que ya sé porque es.
    Cuando eres chico no te enseñan que se puede escribir lo que te salga de los cojones. No te dicen que cojas el puto boli y te pongas a soltar la mierda que quieras. Te obligan a escribir cualquier mierdecilla o cualquier historia con "moraleja". De todas formas asi se crece, desde luego.

    Un beso en el ojo.

    ResponderEliminar